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NOTICIA DE UN AMANECER FUGAZ
NOTICIA DE UN AMANECER FUGAZ
RASILLA, LUIS DE LA
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egundo volumen de la pentalogía NOTICIA DE UN AMANECER FUGAZ, Incluye DESPIERTA LA LIBÉLULA, LA CHISPA Y EL ARROJO y EL CINCEL DE LOS SUEÑOS. Continúa con el reguero de suertes al socaire del hechizo romántico que atrapa a un viejo profesor y a una joven y encantadora periodista. Una crónica a dos voces que arranca con el olvidado asesinato de una misionera española y se trenza con las reflexiones de un grupo de expedicionarios bajo una carpa blanca apostada frente a la inmensidad del Atlántico, a bordo del Isla de Corisco, en los salones del Continental de Tánger, a la vera de los bellos fiordos de Noruega, ante las inquietantes fauces del Tungurahua y del Cotopaxi, en el silencio del Sahara, los misterios de la Amazonía, el portentoso y amenazante susurro nocturno de la selva africana, al que ahora se añade el preocupante espectáculo de una realidad dominada por los desequilibrios poblacionales y territoriales de la España/Europa vaciada. En Despierta la Libélula se cuenta cómo, tras la desagradable aventura africana narrada en Quiebra el Albor, Paco Fuertes, el antiguo cooperante en Guinea Ecuatorial amigo de Álvaro, volvió tan preocupado de Malabo que, temiendo que la inclusión en la novela del resultado de una investigación inconclusa sobre la red de trata y de adopción ilegal de menores pudiese poner en peligro la vida de algunas personas, decidió consultar a un amigo vinculado a los servicios de inteligencia. Y todo cambió a partir de ese momento.
En La chispa y el arrojo, afrontar el reto de la España vaciada se convierte en el centro de la narración. Una crónica que revela acontecimientos que no tardaron en cursar marcados por la impronta de quien, con su arrojo y los medios a su alcance, quiso, pudo y supo valerse de algunos de esos recovecos de los servicios secretos. Lo que nunca sabremos a ciencia cierta es si se trató de un disciplinado agente que cumplía órdenes del director o de sucesivos directores o sólo de un agente a sueldo del Estado devenido francotirador; qué fuese así desde el comienzo del “plan”, desde que contrató el “encargo” o sólo al final, deslumbrado por la esperanzadora “alternativa” que nunca imaginó. Extremo que no considero esencial. Primero, porque, aun compartiendo con mis colegas que el objetivo del periodismo de investigación “debe ser siempre el control del poder, sacar a la luz lo que alguien trata de ocultar”, no es menos cierto que me he comprometido a no desvelar ni los procedimientos, ni la verdadera identidad de quienes hacen del secreto su divisa. Segundo, porque lo relevante, lo que justifica tan minuciosa narración, es su excepcional valía por haber hecho germinar en ese páramo de corrupción, despilfarro, incompetencia y desacierto en el que continúa embarrada la política, precipitado de contenido tan portentoso aplicable con carácter universal a los dos retos más colosales del planeta: su insostenible desequilibrio territorial y poblacional y el generalizado déficit de formación y empoderamiento de sus habitantes que compromete el futuro de la humanidad. Homo sapiens que, provistos de tan formidable y generalizado útil para su cabal adiestramiento en el ejercicio directo de una nueva ciudadanía global, incrementará de tal modo su cultura política y su empoderamiento que dejará de estar en manos de esos resabiados mercachifles del pasteleo, encorbatados animales burlescos que recorren los pasillos del Parlamento haciendo de la política el desconsuelo de los justos. Propuesta, pues, realista, brillante y a todas luces genial. De ahí que de validez y oportunidad tenga casi todo; de fábula, lo preciso; aún menos de entelequia y ni pizca de ensueño, delirio o desvarío. En fin, en El cincel de los sueños, que concluye la pentalogía, se aclaran los últimos misterios de la trama que arrancó con el asesinato de una misionera española en Guinea Ecuatorial en 1983 y llegó a nuestros días.
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